La sabiduría oculta bajo un golpe de puño en la mesa

En cierta ocasión viví una experiencia con un compañero de trabajo que me tocó especialmente y quiero compartir. Pongamos que mi compañero se llama Alberto.

Alberto trabajaba en una ingeniería desde hacía 15 años. Por requisitos de su trabajo era habitual que viajara por todo el mundo. Las estancias fuera de casa podían durar desde una semana hasta un par de meses. Hacía dos meses que fue padre por primera vez. Justo aquel día que Alberto y un servidor entramos en la sala de reuniones hacía dos meses del nacimiento de su pequeña. El embarazo de su mujer y el nacimiento de su hija le hicieron cambiar su enfoque hacia el trabajo. En concreto, en estos últimos meses llevaba muy mal lo de tener que viajar. De repente el director técnico entró en la sala y cerró la puerta con firmeza. Empezó a explicar la situación actual y la previsión para el próximo mes. Llegó el momento en el que se dirigió a Alberto. Le indicó que tendría que ir un mes y medio a Perú para hacer una puesta en marcha en la fábrica de un cliente. Noté como Alberto se tensaba. Sus manos se cerraron y tensaron. Dejó de mirar al director y empezó a dibujar garabatos en una hoja. Permanecía en silencio mientras escuchaba. De repente, Alberto se levantó y dio un golpe de puño en la mesa. Soltó una especie de gruñido y se fue de la sala. Se provocó un silencio interminable dentro de la sala. Al cabo de un rato, el director nos preguntó si sabíamos que había pasado.

Hago una pausa en el relato y hago unos comentarios. Normalmente estos actos los solemos juzgar como no adecuados o no apropiados. Estoy totalmente de acuerdo, su comportamiento no fue nada adecuado. Pero desde siempre he tenido la curiosidad por entender el comportamiento humano. Estuve un buen rato reflexionando sobre qué podía haber pasado en el mundo interno de Alberto para reaccionar de aquella manera. Supongo que el haber estado tantos años interesado en estos temas y haber hecho mis propios procesos de auto-indagación, me sirvieron para llegar al momento ‘Eureka’ que viví. Fue un momento en que lo vi claro. Sabía que había algo positivo detrás de aquel comportamiento. Había algo que se me escapaba. Me salí del camino convencional de etiquetar aquel acto como inapropiado y quise indagar otras vías. Así que localicé a Alberto y le pregunté directamente: «¿Qué beneficios te puede traer el hecho de haber picado en la mesa?» Me miró con cara de incredulidad y contestó que gracias a ese comportamiento seguramente lo echasen. De nuevo le volví a insistir: «Esto que me contestas es algo negativo. Quiero saber qué puede venir positivo gracias a esta acción de picar en la mesa» . Se quedó unos minutos callado y no supo qué contestar. No volví a insistir más.

Al día siguiente se acercó a mi y me preguntó si podíamos salir a dar una vuelta. Accedí y salimos a la calle. Cuando llegamos a una zona menos transitada me confesó algo muy especial. Sus ojos estaban brillantes y le caía alguna lágrima.  Me comentó que ya tenía la respuesta. Le había venido justo esta mañana mientras se despedía de su hija y mujer. «El sentido positivo de mi golpe de puño en la mesa era para evitar tener que viajar a Perú por lo del curro. Quiero muchísimo a mis dos tesoros y no quiero separarme de ellas». Después de escucharle con toda mi atención me salió un «Guauuu» de admiración ante aquellas palabras. Era un privilegio haber presenciado aquello en directo. Nos dimos un abrazo y nos agradecimos haber estado presentes en aquel momento tan especial.

De camino al trabajo me vino otra pregunta: «Ahora que ya sabes la intención positiva del golpe, ¿se te ocurre otra manera para llegar a obtener el mismo objetivo?» Alberto me comentó que le venían varias ideas. Por ejemplo charlar a solas con el director y disculparse por lo ocurrido. Posteriormente, transmitirle con tranquilidad sus inquietudes y tratar de llegar a un acuerdo. Alberto estaba muy animado mientras me lo explicaba. De forma recurrente se preguntaba cómo no lo podía haber visto antes.

Soy consciente de que las historias no siempre acaban igual de bien que las pelis de Disney. Sin embargo en esta ocasión acabó muy bien para Alberto, para sus compañeros y su director técnico. Llegaron a un acuerdo de eliminar los viajes durante el primer año de vida de su hija. Los siguientes años hizo viajes más breves y próximos.

Esta experiencia junto a otras me han dado mucha esperanza y confianza en que las personas tenemos infinidad de recursos para resolver los retos que se presentan a diario. ¿Qué sucede si intentamos resolver los retos sin darnos un tiempo, sin escuchar a nuestro cuerpo, sin esperar a que emerja una solución más sabia? Nos ocurre lo mismo que a Alberto. ¿Cómo poder actuar de una forma más sabia? No es fácil ni inmediato. Bajo mi opinión y experiencia requiere cierta práctica. Si es para ti una prioridad tu salud y bienestar. Si estás dispuesto a dedicar un tiempo y compromiso en tu crecimiento personal, comparto este curso contigo. Es un muy buen punto de partida para que mejores la habilidad de parar, respirar y dar respuestas más sabias a los retos de la vida. Las respuestas no van a venir de mi parte, van a surgir de ti. Para acceder al curso puedes hacer clic en la siguiente imagen:

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 En este vídeo tienes una breve introducción sobre el funcionamiento del curso:

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